Comunidades como Ecosistemas: La Singularidad de Cada Vecindario en Chile

Desde la experiencia en múltiples intervenciones comunitarias con WeBarrio, hemos podido observar que cada comunidad posee una identidad, desafíos y fortalezas propias, lo que permite compararlas con un ecosistema natural. A lo largo de los años, cada proyecto ha revelado que, al igual que en la naturaleza, no existen dos comunidades iguales; cada una es un microuniverso que evoluciona según las interacciones de sus miembros y el contexto que los rodea. Esta visión ha sido fundamental para WeBarrio, que adapta sus estrategias de intervención para alinearse con las características únicas de cada comunidad, promoviendo un desarrollo sostenible y relaciones más sólidas entre los vecinos.

Según el estudio realizado por la Fundación Vivienda y Urbanismo de Chile en 2023, se destacó que más del 65% de las comunidades organizadas en proyectos habitacionales recientes enfrentan desafíos únicos relacionados con su entorno geográfico, económico y social. Este análisis subraya que, al igual que un ecosistema natural, cada comunidad es un organismo vivo que se adapta y evoluciona según las interacciones de sus integrantes y las condiciones externas. Así como en la naturaleza no hay dos ecosistemas iguales, cada comunidad es irrepetible, con una identidad propia que se nutre de las historias, aportes y diversidad de sus miembros. WeBarrio ha podido observar que cada vecindario se forma, crece y florece de manera diferente, reflejando la singularidad de sus habitantes y su entorno.

El urbanista y académico de la Universidad de Chile, Dr. Fernando Carrasco, explica que “una comunidad no es solo un grupo de personas que habitan en un espacio físico; es una red de relaciones, interacciones y experiencias compartidas que se moldean a lo largo del tiempo. Es la riqueza de estas interacciones lo que define la resiliencia y la cohesión de un vecindario” (Estudio de Urbanismo y Cohesión Social, 2023). Este enfoque refuerza la importancia de entender a las comunidades no solo como unidades homogéneas, sino como sistemas complejos y dinámicos.

Los estudios del Centro de Estudios de Desarrollo Urbano Sostenible (CEDUS) resaltan que más del 70% de las comunidades urbanas en Chile han adoptado estructuras de apoyo mutuo y comités vecinales para fortalecer su tejido social. “Cada vez es más evidente que la identidad comunitaria juega un papel crucial en la forma en que los vecinos enfrentan desafíos, como la seguridad y el acceso a servicios básicos”, señala la socióloga Patricia Muñoz, coautora del informe “Comunidades Resilientes en Chile” (2023). Estos elementos de organización y cooperación son el núcleo de lo que permite a una comunidad actuar como un ecosistema interconectado.

Por otro lado, la psicóloga comunitaria del Instituto de Salud y Bienestar Social, Dra. Andrea Godoy, subraya que “las comunidades que logran entender y aprovechar su diversidad interna tienden a ser más adaptables y cohesionadas. Este fenómeno se observa especialmente en barrios con una composición diversa en términos de edad, origen y ocupación de sus habitantes” (Revista de Psicología Social Aplicada, 2022). La pluralidad y la suma de experiencias individuales fomentan un espacio propicio para la innovación social y la colaboración.


Un informe del Observatorio de Ciudades UC (2023) muestra que las comunidades que desarrollan un sentido de pertenencia y compromiso entre sus vecinos experimentan una mejora del 45% en la percepción de bienestar y seguridad. “El territorio en el que se habita es fundamental para la identidad de la comunidad; es allí donde se crean historias y lazos que perduran”, comenta el geógrafo Juan Paredes, quien participó en el estudio. La interacción constante entre el entorno físico y social permite que cada comunidad desarrolle características únicas, reflejando su propia esencia.

Clemento Gómez, fundador de WeBarrio, destaca la importancia de este enfoque: “Entender que cada comunidad es única e irrepetible es clave para lograr una intervención exitosa. Al comprender la esencia de la comunidad, podemos establecer estrategias que sean dúctiles y se adapten al microuniverso comunitario”, explicó Gómez. Este entendimiento permite que las intervenciones y proyectos se alineen de manera más efectiva con las necesidades y aspiraciones específicas de cada vecindario, fomentando un desarrollo más armonioso y sostenible.

Al entender, comprender e identificar todos los elementos que componen el ecosistema vecinal, comienza una proceso intrínseco donde los intereses, las preocupaciones y los gustos van generando relaciones vinculantes. Tras ese proceso comienza paulatinamente la gestación de la comunidad.

La experiencia de WeBarrio confirma que cada comunidad es un reflejo de sus habitantes, de su historia y de las dinámicas que se crean en su interior. “Es importante reconocer que una comunidad no se construye de un día para otro, sino que es un proceso en el que se suman aportes individuales y colectivos para formar un todo que es más que la suma de sus partes”, concluye Laura Silva, experta en desarrollo comunitario y colaboradora de varios proyectos habitacionales en Chile (Foro de Innovación Social, 2023). En definitiva, cada comunidad es un microcosmos único, donde el equilibrio y la diversidad se mezclan para formar un sistema vivo e irrepetible.

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